Cómo los traumas no resueltos producen patrones de pensamiento negativos en las relaciones

traumas no resueltos

Los traumas no resueltos pueden crear problemas en la comunicación, en la intimidad y en la confianza de una pareja.

 

Definición de trauma

Los traumas son acontecimientos extremos de la vida que amenazan su supervivencia física o psicológica. El trastorno de estrés postraumático (en inglés PTSD) se diagnostica clínicamente en un porcentaje de personas que han sufrido un trauma. Sin embargo, hay muchos más que presentan síntomas relacionados con el trauma, como la reactividad fisiológica a los factores desencadenantes, los ataques de pánico, la ansiedad crónica, los sentimientos de ira o entumecimiento, o la pérdida de confianza.

Además de traumas como la violación, el maltrato infantil o el combate militar, también  la acumulación de acontecimientos vitales negativos, el estrés crónico no resuelto (por ejemplo, el desempleo prolongado), las relaciones abusivas ocurridas en el pasado o el hecho de criarse en una familia disfuncional pueden conducir a reacciones parecidas a las del trauma y a la susceptibilidad de activación y reactividad emocional.

Los traumatólogos suelen referirse a este tipo de eventos como traumas de “pequeña T” para diferenciarlos de la “gran T” que son los eventos con peligro de muerte. No obstante, ambos pueden afectar negativamente a sus relaciones si no los aborda a través de la terapia o de la autoayuda.

 

Veamos cuatro formas en las que los traumas pueden afectar negativamente a las relaciones sentimentales:

 

1. Ser provocado en estado de traumatización 

Nuestro cerebro está conectado de tal manera que si tenemos un trauma no resuelto o síntomas de PTSD, o experimentamos situaciones estresantes crónicas y continuas, es probable que se desencadene un estado de “lucha, huida o parálisis” cuando nos encontremos con situaciones que nos recuerden el trauma original o el factor estresante en curso o situaciones que nuestro cerebro considere importantes para la supervivencia física/emocional. 

Como nuestros ancestros eran tribales y dependían de la tribu en busca de protección, comida y refugio, estamos predispuestos a reaccionar ante la percepción de abandono o rechazo en las relaciones como si fueran amenazas a nuestra supervivencia física. Si además tiene un trauma pasado o experimenta actualmente situaciones que son verdaderas amenazas para la supervivencia (por ejemplo, deudas, desempleo, enfermedades graves), puede ser aún más probable que reaccione al conflicto de la relación o al rechazo con los mecanismos primitivos de supervivencia del cerebro.

Una parte del cerebro llamada amígdala se encarga de generar respuestas de lucha, huida o parálisis cuando el cerebro califica un conflicto de relación como una emergencia. Esto puede llevarle a decir cosas que no quiere, a gritar, a perder el control o a sentirse abrumado y apagado. Todo esto puede hacer que tu pareja se sienta agredida, rechazada o abandonada, lo que desencadena su red de respuestas de emergencia, y así el ciclo continúa.

 

2. La reacción de lucha, huida o parálisis

Los traumas no resueltos o los estresores crónicos graves pueden hacer que las redes cerebrales primitivas implicadas en la supervivencia y en la respuesta a las amenazas alteren el cerebro en un estado de “lucha, huida o parálisis”.

Así, si una de estas respuestas contribuyó a sobrevivir a un trauma infantil (por ejemplo, huir de un padre borderline o luchar contra un padre borracho y enfadado para que no hiciera daño a un hermano menor), el cerebro priorizará ese tipo de respuesta y generará automáticamente la lucha, la huida o la parálisis en cuanto la amígdala señale una emergencia relacional.

 

Esta situación puede llevar a los siguientes comportamientos que son nocivos para las relaciones:

  • Lucha. Atacar a su pareja de forma verbal o física, enfadarse con ella, echarle la culpa de todos sus problemas, expresar desprecio, ser dominante o exigente, o no dejar pasar las cosas.
  • Huida. Eludir los problemas, entrar en pánico y actuar impulsivamente, o huir de la intimidad o de las situaciones emocionales.
  • Parálisis. La sensación de impotencia, la sensación de no poder actuar, o el hecho de cerrarse y desconectarse de su pareja.

 

3. Las respuestas que se basan en la vergüenza

Los traumas interpersonales o el rechazo crónico pueden provocar una vergüenza tóxica. La vergüenza es una emoción destructiva para las relaciones (excepto si has hecho algo realmente terrible).

El sentimiento de vergüenza te lleva a esconderte o a sentirte enfadado con las personas que supones te han avergonzado o rechazado. Hace que ocultes partes importantes de tu persona a tu pareja. Además, te lleva a levantar una “pared” o a disimular tus  inseguridades atacando a los demás o sobrecompensando.

La vergüenza también impide escuchar las críticas, aunque sean de buena intención. De hecho, es probable que contestes en tono defensivo porque no quieres que tus defectos salgan a la luz. Además, la vergüenza te lleva a rechazar las relaciones en lugar de luchar por ellas.

La adicción o los comportamientos compulsivos pueden considerarse en una forma de automedicación de la vergüenza. Estos comportamientos incluyen beber o tomar drogas, jugar a videojuegos en forma excesiva, comprar compulsivamente, actuar sexualmente o convertirse en un adicto al trabajo. Todos estos mecanismos te impiden estar disponible para tu pareja porque te llevan a priorizar la sustancia/comportamiento elegido en vez de las necesidades y sentimientos de tu pareja.

4. Pensamientos rígidos y negativos sobre las relaciones

Experimentar un trauma en las relaciones o tener una historia familiar disfuncional no abordada puede condicionar negativamente tus creencias sobre las relaciones. De este modo, estas creencias pueden afectar a la forma en que percibes las acciones de tu pareja, llevándote a interpretarlas de la peor forma posible. Es posible que no pueda confiar y, por lo tanto, vigile constantemnete el estado de su relación o intente controlar a su pareja.

Es posible que tengas demasiado miedo al rechazo o al abandono y que, por tanto, no te expongas en busca de intimidad, o que rechaces a los demás antes de que ellos puedan rechazarte a ti. Es posible que sientas que tu pareja nunca podrá entender tus sentimientos ni sentirse motivada para satisfacer tus necesidades. Esto puede llevarle a no expresar lo que quiere o necesita, y acabar resentido cuando su pareja no le lee la mente.

 

 

Los traumas no resueltos pueden llevarle a elegir relaciones poco saludables y a permanecer en ellas demasiado tiempo

Los traumas en tu familia de origen (tanto la “gran T” como la “pequeña T”) pueden dejarte con inseguridades y sentimientos de no merecer el amor. Por lo tanto, es más probable que toleres un comportamiento despreciable o que pongas excusas a tu pareja, en lugar de poner límites o alejarte. 

Tal vez pienses que una relación disfuncional es lo mejor que puedes hacer o que tienes demasiado miedo de quedarte solo/sola por dejar a una pareja abusiva. 

Puede asumir demasiada culpa o dejarse manipular fácilmente (como lo que ocurrió con su padre disfuncional). Puede sentir atracción por parejas abusivas o poco cariñosas como consecuencia del “vínculo traumático”: la experiencia del trauma puede hacerte dependiente de la intensidad emocional, por lo que rechazas a la persona amable, honesta y respetuosa en favor de la persona inconsistente, que se niega, degrada o manipula.

 

 

Conciencia de los traumas no resueltos 

El trauma interpersonal deja su huella a través de creencias y patrones de comportamiento perdurables que hacen más difícil encontrar y mantener relaciones auténticas y realmente amorosas.

Al tomar conciencia de estos patrones, puedes empezar a pensar y actuar de forma diferente, dedicándote más respeto, protección y amor propio. Y tomando decisiones más sabias sobre las relaciones y las personas con las que te relacionas.

 

¿Quieres saber más sobre cómo intervenir en las dificultades de pareja?


Artículo traducido y adaptado libremente. Fuente: PsychologyToday.com

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