La contribución de Janina Fisher al estudio de los traumas complejos

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Traumas complejos: la contribución de Janina Fisher

Para los que trabajan en el campo de los traumas complejos, uno de los acontecimientos más emocionantes de los últimos años ha sido la publicación de Healing the Fragmented Selves of Trauma Survivors, de la Dra. Janina Fisher.

Este libro es un resumen del estado actual de los conocimientos en la investigación del trauma, impulsado por la sabiduría, la perspicacia y la profunda compasión por las víctimas de los abusos. La Dra. Fisher reúne la investigación neurobiológica, la teoría psicológica y un productivo, aunque a veces doloroso, proceso de prueba y error en el que docenas de terapeutas comprometidos han buscado mejores formas de ayudar a los supervivientes de traumas.

Desgraciadamente, muchas de las personas que sufren las secuelas de una infancia traumática han encontrado el valor necesario para iniciar un curso de terapia, sólo para verse obligadas a dejarlo porque la confrontación con sus recuerdos reprimidos o parcialmente reprimidos ha provocado un colapso personal o una crisis que ha hecho imposible continuar la terapia. Aunque se puede argumentar que la terapia según el modelo “debe empeorar antes de mejorar” ha ayudado, no obstante, a muchas personas, la oportunidad de encontrar un modelo menos doloroso es evidente.

La Dra. Fisher describe tanto el nuevo modelo mejorado para la terapia del trauma como el proceso del que surgió, que es una historia fascinante en sí misma. El libro es una lectura obligada para cualquier persona que trabaje en el campo de la psicología. Pero también atraerá a las víctimas de traumas complejos, especialmente a las que comienzan la terapia, y puede ser leído fácilmente por cualquier persona que tenga amigos o familiares con traumas complejos, o por cualquiera que tenga interés en el tema.

 

La disociación como mecanismo de adaptación

Como indica el subtítulo del libro, “Superar la alienación interna del yo“, un tema central es el fenómeno de la disociación, que se encuentra en tantos supervivientes de traumas y no sólo en los que cumplen los criterios del Trastorno de Identidad Disociativo (TID) que se encuentran en el DSM-V. La Dra. Fisher analiza las diferentes formas en que se manifiesta la disociación o la alienación en las personas que han experimentado períodos prolongados de trauma. También explica un mecanismo biológico para estos síntomas que tiene sentido a la luz de la neurociencia contemporánea y el estudio del comportamiento humano y animal.

El cerebro humano es una máquina extraordinaria, perfeccionada durante millones de años de evolución para la supervivencia. Quizás su característica más notable sea su capacidad de aprender y adaptarse a diferentes entornos. La mayoría de los animales tienen dificultades cuando se les coloca en un entorno ligeramente diferente al que están adaptados. Pero, apenas 50.000 años después de abandonar África, los humanos han aprendido no sólo a sobrevivir, sino a prosperar en entornos tan diversos como la tundra canadiense, la selva amazónica, el desierto de Gobi y las montañas del Himalaya.

Aunque todos los animales se desarrollan respondiendo a los estímulos, la capacidad de adaptación a una variedad de situaciones diferentes en los seres humanos no tiene parangón. Para nuestra sorpresa, una de las situaciones más extremas, pero nada raras, para las que los humanos deben desarrollar mecanismos de afrontamiento es el abuso por parte de los tutores.

 

Disociación

La Dra. Fisher explica el mecanismo por el que los niños maltratados, las víctimas de secuestros y otras víctimas que han sufrido traumas complejos afrontan las formas más horribles de violencia y crueldad mediante la disociación. Esto significa que separan la parte de su personalidad que experimenta el abuso, de las partes que experimentan otros aspectos de la vida.

Esto es especialmente esencial cuando el abuso se produce en manos de una persona que también es responsable de proporcionar alimentos, refugio y protección física. En esta situación, la persona maltratada debe aprender a funcionar de forma dual. Tendrá que ver a la misma persona como una amenaza y como una fuente de bienes esenciales. La disociación -la fractura de la personalidad en diferentes partes- es la forma más fácil, quizás la única, de hacerlo. Incluso la persona más sana y equilibrada tiene una personalidad variada. De hecho, probablemente actúes de forma diferente en una fiesta que en el trabajo o, si no lo haces, probablemente deberías hacerlo. Sin embargo, se puede decir que la persona maltratada recurre a una parte normal del conjunto de herramientas del cerebro de forma extrema y, en última instancia, perjudicial, como única forma de sobrevivir.

 

Trauma complejo y disociación

Comprender cómo el trauma complejo produce síntomas disociativos señala el camino hacia las soluciones. La disociación no es, correctamente hablando, el resultado de un cerebro dañado, sino el resultado de un proceso de aprendizaje. Un proceso de aprendizaje que ciertamente nunca debería haber ocurrido, pero sigue siendo algo que en sí mismo es positivo. La forma de salir del trauma complejo es reconocer las diversas fracturas de la personalidad no como una herida, sino como un signo de supervivencia. No como algo que deba ser eliminado, sino como partes de ti que requieren ser reintegradas.

El camino hacia la curación, explica la Dra. Fisher, se encuentra en el verdadero amor propio, en el deseo de cuidar cada parte de la personalidad. Los episodios disociativos pueden ser dolorosos, aterradores y perturbadores, a menudo con bastante frecuencia, pero odiar una parte de uno mismo sólo prolonga la agonía.

 

Curación de traumas complejos

En su libro, la Dra. Fisher demuestra que las víctimas de traumas complejos pueden progresar mejor en la terapia cuando comprenden bien su personalidad fragmentada, lo que la causó y lo que la mantiene.

Esto nos recuerda una diferencia fundamental entre la salud mental y otras áreas de la medicina. Una operación o una píldora funcionan igual de bien independientemente de la comprensión de su mecanismo. Es cierto que el efecto placebo es poderoso e indica una conexión entre la creencia y la curación. Pero eso sólo requiere que uno crea que el tratamiento funciona, no que entienda cómo funciona.

La psicoterapia, por otra parte, suele ser más eficaz cuando la persona que recibe la terapia desarrolla una comprensión de cómo funcionan sus pensamientos. De hecho, una parte importante de la terapia (¡aunque no la única!) es la comunicación de conocimientos para generar autocomprensión. En este sentido, la terapia tiene una estrecha relación con la filosofía y con muchas tradiciones religiosas, especialmente las que se basan en la meditación y la autorreflexión. El mindfulness, naturalmente, es el ejemplo más citado de una técnica psicológica que se desarrolló a partir de una fuente religiosa (particularmente budista). Pero la observación se aplica más ampliamente.

 

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Trabajando en el Legado de Trauma, con Janina Fisher

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Artículo traducido y adaptado libremente. Fuente: Psychcentral.com

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