¿La fatiga por compasión es inevitable o se puede predecir?

¿La fatiga por compasión es inevitable o se puede predecir?

Para muchos profesionales que trabajan en el campo de la salud mental, con personas que sufren, este trabajo debe ser una vocación y no una profesión como las otras. Queremos, con todas nuestras fuerzas, ayudar, guiar y apoyar a nuestros clientes para que alcancen sus objetivos. El deseo de ayudar puede empujarnos a trabajar y a participar más, aún más allá de la simple empatía.

¿Cómo podemos estar más preparados para lidiar con los efectos de la exposición continua al trauma secundario (en inglés, “second-hand trauma”), sin hacer caso a su intensidad y a las fluctuaciones continuas en nuestro entorno emocional, que resultan de la sintonía con los pacientes?

Este fenómeno se conoce como ‘fatiga por compasión’ (en inglés, “compassion fatigue”), o como me gusta llamarlo ‘agotamiento psíquico’, y algunos lo consideran inevitable. A veces, trabajar en este ámbito nos afecta de maneras para las que no estamos preparados. Sin embargo, debemos seguir garantizando un apoyo sólido a quienes tratamos.

En calidad de representantes de esta categoría, defendemos expectativas sagradas. Utilizamos términos como “uso de sí mismo” y apoyamos la idea según la que nuestro entorno emocional interno puede influir en el tratamiento. Nuestro objetivo es lograr una “consideración positiva incondicional” (en inglés, “unconditional positive regard”), una frase que encapsula nuestra intención de actuar siempre con energía positiva hacia nuestros clientes. Usamos la empatía regularmente: nos ponemos en la piel de nuestros clientes y experimentamos lo que ellos están experimentando, para llevar a cabo intervenciones más eficaces y lograr tener una relación terapeuta-paciente más auténtica.

La mayoría de las profesiones no requieren un involucramiento de estas emociones o ni que las percepciones personales hagan parte del trabajo. Defendemos estas expectativas, pero las historias que escuchamos y los eventos a los que participamos, por ejemplo, cuando ofrecemos apoyo durante las crisis o las transiciones de vida o simplemente cuando somos testigos de un dolor abyecto, todo eso influye en nuestro trabajo. A lo largo del tiempo, estas experiencias pueden afectar nuestras reacciones emocionales durante cada sesión, turno o interacción.

 

Síntomas de la fatiga por compasión y factores de riesgo

Antes de nada, saber reconocer la fatiga por compasión nos ayudará a buscar apoyo o implementar los cambios necesarios. Varios artículos afirman que la fatiga por compasión se expresa a través de síntomas de depresión, ansiedad, dolor, problemas para conciliar el sueño y grados más altos de trastornos y pesimismo. Estos síntomas y la fatiga por compasión, generalmente, se desarrollan de forma gradual.

¿Quién entre los profesionales tiene mayor riesgo de desarrollar la fatiga por compasión?
En 2017, la investigación de un Departamento de Traumatología llevado a cabo por Lucy Maddox y David Turgoose señala que los que ya tienen un trauma personal en su pasado, los que tienen un número excesivo de casos y los que empatizan a través de un sentido de angustia frente a la angustia del cliente en lugar de usar la empatía como punto de vista, son los que corren el riesgo de desarrollar la fatiga por compasión.

 

Cómo manejar la fatiga por compasión

¿Qué podemos hacer para mejorar nuestra capacidad de mantener emociones positivas y homeostasis física?
No solo queremos proporcionar la mejor asistencia y asegurar los mejores resultados para nuestros clientes, sino también encontrar la forma de hacerlo que no tenga un impacto negativo en nosotros mismos. 

Masson y Turgoose descubrieron que, para lidiar con todos los problemas psicológicos de hoy en día, el mindfulness parece ser eficaz para prevenir y contrastar la fatiga por compasión, también. La simple conciencia de nuestro estado interior puede ayudarnos a tomar decisiones que podrían cambiar la forma en que manejamos la información estresante. El mindfulness es una práctica: cuanto más la hagamos en nuestra vida diaria, más fácil será para nosotros activarla al interactuar con los clientes.

El mismo estudio reveló que incluso la meditación, típica de algunas prácticas de mindfulness, generó resultados positivos, puesto que permite tolerar mayormente el estrés y favorecer el desarrollo de una mayor resiliencia. La investigación también sugiere una variedad de apoyos que pueden controlar la fatiga por compasión: el uso de prácticas basadas en la evidencia (aquellas intervenciones que dan resultados positivos comprobados) y la práctica del autocuidado ayudarían a encontrar de nuevo el placer de trabajar.

Las instituciones pueden ayudar proporcionando un mayor acceso a la supervisión clínica que, si se realiza de manera eficaz, no solo podría mejorar la capacidad de los profesionales para identificar la fatiga por compasión, sino también prevenirla, ayudándoles a tener una mayor conciencia de su estado interior. Los supervisores están en una posición única desde la cual pueden ayudar sugiriendo apoyo adicional, como la terapia para controlar aún más los efectos de la fatiga por compasión. Establecer una relación de confianza con los supervisores clínicos será esencial para que puedan llevar a cabo un análisis honesto y profundo del contenido de la sesión y la experiencia de los profesionales.

Cuando la fatiga por compasión nos afecta, a veces estamos demasiado agotados para usar métodos de afrontamiento o para crear un plan de cuidado para nosotros mismos; incluso, no logramos entender que nuestro estado no nos hace bien. Por lo tanto, la formación y la prevención son esenciales. Tener una supervisión efectiva, así como proporcionar un apoyo sólido y hacer parte de un entorno solidario, nos ayudará a identificar los síntomas de fatiga por compasión. Una de las prácticas de mindfulness como la meditación puede prevenir algunos de sus efectos. Podemos analizar también el tipo de empatía que utilizamos: ¿estamos reaccionando e imitando las emociones de nuestro cliente o la estamos usando como perspectiva?; y luego hacer los cambios necesarios. El uso de prácticas basadas en la evidencia como la Psicoterapia cognitivo-conductual y la Terapia dialéctico-conductual y el buen uso de la supervisión clínica también pueden controlar los efectos o incluso prevenir la fatiga por compasión.

En calidad de profesionales de la salud mental, podemos priorizar nuestras necesidades psicológicas para ser de mayor ayuda para los que tratamos y para sentir más compasión y empatía a medida que nos relacionamos con los entornos emocionales de los demás.

 

Artículo traducido y adaptado de psychologytoday.com