Cómo interactúan la ira y la depresión

depresión

Saber cómo interactúan la ira y la depresión puede ser determinante para el bienestar de la persona.
La ira puede ser considerada a menudo como una reacción y una distracción del sufrimiento interno. En particular, por sentimientos como la tristeza, la impotencia, la vergüenza, la ansiedad, la inadecuación y el aislamiento. Por lo tanto, la ira puede ser tanto una consecuencia como una distracción del intenso dolor provocado por la depresión.

La ira como consecuencia de la autocompasión

La sensación de ira surge por la percepción de señales de amenaza para nuestro bienestar físico y emocional. También es una reacción a, y a menudo una distracción de, otras emociones negativas y la tensión física asociada. La ira nos obliga a dirigir nuestra atención hacia el exterior. Este enfoque externo también interfiere con la conciencia corporal, no siendo capaz de entender cómo reacciona el propio cuerpo durante un ataque de ira. Es posible analizar la ira como un acto inconsciente de autocompasión. En otras palabras, un intento de deshacerse del sufrimiento. De esta manera, puede considerarse como un amortiguador contra la depresión y los sentimientos y pensamientos asociados.

Síntomas de la depresión

La depresión se define por estados de ánimo depresivos acompañados de síntomas como:

  • Insomnio o exceso de sueño
  • Sentimiento de inutilidad o de culpa inapropiada
  • Pérdida o aumento de peso significativo no intencionado
  • Agitación o ralentización psicomotriz
  • Fatiga o baja energía
  • Falta de concentración e indecisión
  • Pensamientos constantes de muerte

En las guías oficiales, la ira no se considera un síntoma para el diagnóstico de la depresión.
Sin embargo, en los últimos años han aumentado los estudios que asocian la ira y la depresión. En concreto, los estudios han señalado que la ira puede enmascarar la depresión.

La depresión como ira interiorizada

El punto de vista psicoanalítico considera que la depresión está muy relacionada con la ira interior. Esta es una evaluación apropiada para muchos individuos. La elevada autocrítica, el profundo sentimiento de vergüenza y la sensación de impotencia y desesperanza asociados a la depresión pueden considerarse la consecuencia de un intenso y continuo autojuicio, una carga de ira autodirigida por nuestra insatisfacción con nosotros mismos. Esto se asocia con el malestar y también con el miedo asociado a la ira dirigida hacia los propios recursos.

La ira dirigida a uno mismo suele ser consecuencia de carencias en la infancia o de abusos físicos y emocionales. A través de los ojos de un niño indefenso, es comprensible que se sienta confundido y abrumado por las emociones que acompañan a estas experiencias. Como resultado, uno comienza a culparse a sí mismo por un trato similar, como si su bienestar dependiera enteramente del cuidador. Esto cultiva una predisposición a no sentirse nunca suficientemente bien.

Por supuesto, otras experiencias en los años de desarrollo, así como en la edad adulta, también pueden causar depresión. Esto puede incluir pérdidas y traumas importantes. Sin embargo, la intensidad de su impacto también puede verse mitigada por la forma en que se han afrontado las experiencias anteriores con resiliencia emocional y mental.

La ira como consecuencia de la depresión

La ira puede ser la consecuencia de la depresión, que es el resultado de la frustración, la desesperanza y la irritabilidad asociadas a la depresión. Esta tendencia no es mutuamente excluyente con la idea de que una depresión escondida puede reflejar la ira hacia uno mismo.
La relación entre la ira y la depresión es compleja. Cuanto más podamos identificar los detalles específicos de esta asociación, más precisos podremos ser a la hora de diagnosticar y tratar tanto la ira como la depresión.

Investigación sobre la asociación entre la ira y la depresión

La investigación ha tratado de determinar cada vez más la asociación específica de la ira y la depresión.

En un estudio, 293 pacientes diagnosticados de depresión fueron evaluados en un momento específico para determinar hasta qué punto la irritabilidad podía predecir un ataque de ira (Manish, Fava, Abu, et. al., 2020). Los ataques de ira se han definido como ataques repentinos e inusuales. Pueden producirse con o sin agresión, pero en este estudio sólo se han tenido en cuenta las de carácter agresivo. El cuestionario de evaluación presentado concluía que las personas con mayores niveles de irritabilidad tenían más ataques de ira.

Otro estudio trató de determinar la relación entre el trastorno de estrés postraumático, la hostilidad, la ira y la agresión física y verbal en veteranos (Bhardwai, Angkaw, et. al. 2019). Se evaluaron 195 participantes, y se determinó que los síntomas depresivos explican parte de la relación entre el TEPT y la agresión verbal, la agresión física hacia otros y cosas, y la agresión física hacia uno mismo. Sin embargo, los rasgos de ira, una tendencia crónica a los arrebatos de ira, explican parte de la relación entre el TEPT y la agresión verbal y física hacia los objetos y los demás.

Un estudio evaluó la ira en el contexto de la depresión posparto con una revisión exhaustiva de 24 artículos que consideraron la ira y la depresión posparto (Ou y Hall, 2018). Descubriendo que la rabia es experimentada por algunas mujeres deprimidas después del parto, y eso resultaba en:

  1. ansiedad acompañada de depresión;
  2. La impotencia asociada a la ira y la depresión;
  3. La ira resultante de la violación de las expectativas.

Esta ira puede dirigirse a uno mismo, a los niños o a los miembros de la familia.

Ira y depresión: una clave para entender la asociación

Otro estudio trató de identificar mejor los hechos que contribuían a la asociación entre la ira y la depresión (Mohammad, Mahin, et. al., 2012). Un grupo de 88 pacientes con trastorno depresivo mayor fueron evaluados con:

  • Cuestionario de Beck para la depresión (BDI);
  • Escala de ira multidimensional (MAI);
  • Cuestionario de regulación cognitiva de las emociones (CERQ)
  • Escala de Rumiación de Ira (ARS).

Se concluye que el desafío de la regulación emocional y la rumiación de la ira es la clave para asociar la ira con la depresión.

La ira no se considera un trastorno mental. Sin embargo, se ha descubierto que está presente en varios, incluidos los trastornos emocionales como la ansiedad y la depresión.

Una revisión de esta asociación enfatiza que, en general, la ira es elevada en estos trastornos emocionales (Cassiello-Robbins y Barlow, 2016). Sin embargo, el estudio concluye que, cuando está presente, se asocia con síntomas graves y respuestas negativas al tratamiento.

Meta emociones

Muchos dolores emocionales surgen como resultado de nuestros juicios sobre nuestros sentimientos. Podemos sentir ira o tristeza por los sentimientos de depresión, ansiedad por la ira, o deprimirnos y enfadarnos con la presencia de la vergüenza, etc. Estas reacciones emocionales a nuestras emociones suelen llamarse meta-emociones.

De hecho, gran parte del trabajo clínico se centra en ayudar a las personas a ser más autocompasivas, que incluye el desarrollo de la capacidad de reconocer y aceptar las emociones como parte del ser humano.

En un estudio, se pidió a 79 individuos que completaran una autoevaluación sobre su experiencia emocional durante un período de 7 días (Bailen, Haiijiing y Thompson,2019). El estudio concluyó con un alto nivel de emociones negativas, a menudo asociadas con la depresión severa. De hecho, la ira por la depresión sólo exacerba la intensidad de la misma.

Correlación entre la ira y la depresión: más estudios

Quizás uno de los estudios más detallados sobre la correlación entre la ira y la depresión fue la evaluación de 944 estudiantes de último año de secundaria durante un período de 25 años (Galambos, Johnson y Krahn, 2018). El estudio concluyó que los niveles más altos de ira estaban más comúnmente asociados con los síntomas depresivos.

Y por último, un estudio evaluó la presencia de ira e irritabilidad en 536 individuos diagnosticados con un episodio unipolar de depresión mayor. La irritabilidad y la ira se encontraron en 292 participantes. Además, la irritabilidad y la ira abiertas se asociaron con:

  • aumento de la gravedad de la depresión
  • mayor duración de los episodios depresivos;
  • reducción del control de los impulsos;
  • curso crónico o grave de la enfermedad a largo plazo;
  • mayores trastornos de la personalidad antisocial;
  • mayor daño psicológico;
  • una menor satisfacción en la vida;
  • mayor tasa de trastorno bipolar II en los familiares.

artículo libremente traducido y adaptado.

Fuente: Psychology Today