Trastornos Alimentarios: Traumas Infantiles y Síntomas Disociativos en Mujeres

trastornos alimentarios

Muchas personas con diferentes diagnósticos, incluyendo trastornos alimentarios, han sufrido experiencias traumáticas durante la infancia. Se ha realizado un estudio caso-control. El objetivo de este estudio era evaluar la presencia de traumas infantiles y síntomas disociativos en las personas con trastornos alimenticios y comparar los resultados obtenidos con un grupo de control. Los participantes recibieron la Mini International Neuropsychiatric Interview (MINI) y la Structured Clinical Interview for Personality Disorders (SCID-II) para confirmar los criterios diagnósticos y explorar posibles comorbilidades. Las experiencias traumáticas en la infancia han sido evaluadas con el Child Trauma Questionnaire en su versión abreviada (CTQ-SF). La disociación psicoforme se midió con la Scale of Disociaciative Experiences (DES-II) y la disociación somatoforme con la Somatoform Disociaciation Scale (SDQ-20).

 

Traumas infantiles y sus consecuencias en la experiencia somática

La exposición temprana a eventos traumáticos, como los repetidos abusos sexuales y físicos durante la infancia, tiene un profundo efecto negativo en la vida de las personas. Las consecuencias de sufrir un evento traumático son complejas y pueden afectar a las personas aumentando el riesgo de muchas enfermedades como el abuso de drogas, diabetes, cáncer, enfermedades cardíacas y respiratorias y obesidad, así como la relación del individuo con su propio cuerpo.  En su estudio sobre la relación entre trauma infantil y disociación, Scheffers et al. (2017) concluyeron que el trauma infantil comprometió seriamente la relación del paciente con su cuerpo (actitud del cuerpo, satisfacción del cuerpo y conciencia del cuerpo). En consecuencia, las personas traumatizadas pueden tener dificultades para detectar sensaciones y percepciones internas y, a veces, incluso negar cualquier conciencia somática.

Además, los recuerdos de eventos traumáticos, que a menudo están relacionados con el cuerpo, pueden conducir al rechazo y la pérdida de contacto con el cuerpo. Estudios anteriores han sugerido la relación entre los trastornos de la alimentación y los eventos traumáticos en la infancia. Palmisano et al. (2016) realizaron una revisión sistemática de los estudios que relacionaban el trauma con la obesidad y un trastorno de la alimentación incontrolado. De los estudios analizados, el 87% mostró que el trauma era un factor de riesgo para el desarrollo de la obesidad y el trastorno alimentario incontrolado (BED).

En su revisión sistemática, Caslini et al. (2016) concluyeron que el abuso sexual está relacionado con el desarrollo de la bulimia nerviosa (BN) y BED, pero los resultados para la anorexia nerviosa (AN) no fueron concluyentes. Otra revisión sistemática sobre el abandono durante la infancia y los trastornos alimentarios ha confirmado la elevada pre valencia de abandono emocional y físico de las personas con trastornos alimentarios en comparación con la población general.

Traumas infantiles, disociación y trastornos alimentarios

Otros investigadores han tratado de explorar las variables de mediación entre los traumas infantiles y el desarrollo de trastornos alimentarios. Según estos estudios, algunos de los posibles factores relacionados son:

  • la falta de autorregulación emocional.
  • autodcripción.
  • organización borderline de la personalidad.
  • presencia de síntomas disociativos.

En este sentido, los resultados de anteriores investigadores han sugerido que la disociación desempeña un papel mediador significativo en los casos de traumas infantiles y en el desarrollo de trastornos alimentarios. Estos pacientes pueden haber “aprendido” a disociarse y a recurrir a comportamientos como la eliminación o el consumo compulsivo para evitar o escapar de sentimientos, sensaciones, recuerdos y conocimientos relacionados con el trauma. O, tal vez, están tratando de conseguir un cuerpo menos atractivo, incluso infértil en los pacientes con AN con una historia de abuso sexual. Además, el vómito a menudo está relacionado con sentimientos de disgusto y la búsqueda de la pureza que se derivan del abuso. En muchos casos, también podría ser necesario castigarse a sí mismo culpándose del abuso.

La disociación mental emergería como una reacción secundaria al trauma. A nivel conductual, esto cubre entumecimiento, congelación, evitación, sumisión y desprendimiento para permitir un estado de conservación de la energía. Algunos autores han afirmado que el abuso sexual durante la infancia podría desencadenar un tipo de mecanismo de coping disociativo, que se traduce en:

  • baja autoestima.
  • mala regulación de las emociones.
  • en algunos pacientes, sensación de que la vida está fuera de su control.

Esto lleva a la necesidad de ejercer el control a través de comportamientos desordenados por la fatiga. Algunos investigadores han encontrado una relación positiva entre las primeras experiencias traumáticas, la disociación y el comportamiento incontrolado de la alimentación.

 

Disociación somatoforme y psicoforme

Nijenhuis (2000) escribió que la “disociación somatoforme” es el resultado de abusos sexuales durante la infancia. Se define como una falta de integración de las experiencias sensoriales y de las funciones mentales y de las reacciones del individuo. La disociación somatoforme es una manifestación somática de disociación, incluyendo síntomas somáticos que no pueden explicarse por una condición médica (anestesia o analgesia, dolor, pérdida de movilidad…).

Los investigadores en este tema han llegado a la conclusión de que la disociación psicoforme y somatoforme están muy relacionadas con el trauma precoz. La disociación psicoforme incluye:

  • amnesia.
  • despersonalización.
  • desmaterialización.
  • alteración de la identidad.
  • confusión en respuesta a acontecimientos traumáticos, especialmente aquellos que implican el contacto físico como el abuso físico o sexual.

 

Estudios sobre la relación entre el trauma infantil, los síntomas disociativos y los trastornos alimentarios

Estudios anteriores han demostrado esta relación entre el trauma infantil, los síntomas disociativos y los trastornos alimentarios. Han demostrado que tanto los eventos traumáticos pasados como la disociación juegan un papel significativo en la etiología y en el desarrollo de los trastornos alimentarios. En Bélgica, Suecia, Italia y Australia se han desarrollado estudios similares que confirman la relación entre los acontecimientos traumáticos en la infancia, la disociación y los trastornos alimentarios. Sin embargo, todos estos documentos concluyeron que era necesario continuar la investigación sobre este tema debido a las posibles implicaciones para el tratamiento de las personas con trastornos alimentarios en el futuro y a los resultados no concluyentes de otros estudios sobre la relación entre estas variables.

Una revisión de los trabajos publicados sobre este tema parece mostrar una relación entre el trauma, la disociación y los trastornos alimentarios, pero este informe todavía no está claro. Por lo tanto, el objetivo del estudio que presentamos era examinar la relación entre los síntomas disociativos (psicoformes y somatógamos) y los traumas infantiles (abuso sexual, abuso emocional, abuso físico, abandono emocional y abandono físico) en pacientes españoles con trastornos de la alimentación y comparar los resultados con un grupo de control español.

 

Hipótesis del estudio

1)Disociación más grave (somatoforme y psicoforma) en el grupo de participantes con trastornos alimentarios en comparación con el grupo de control.

2)Mayor disociación entre los subtipos de trastorno alimentario compulsivo que entre los tipos restrictivos.

3)Mayor gravedad/prevalencia de eventos traumáticos en el grupo de participantes con trastornos alimentarios que en el grupo de control.

4)Mayor gravedad/prevalencia de los eventos traumáticos entre los subtipos de trastorno alimentario compulsivo que entre los tipos restrictivos.

 

Los participantes del estudio

Veintidós pacientes participaron en el estudio, todas mujeres españolas de varios hospitales y centros psicológicos a los que se diagnosticaron trastornos alimentarios de acuerdo con los criterios DSM-IV-TR (Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales) o DSM-5.

En particular:

  • 68,18% de los pacientes con AN.
  • 13,6% con BN.
  • 9,09% con BED.
  • 9,09% con un trastorno alimentario no especificado de otro modo (EDNOS).

La muestra del grupo de participantes con trastornos alimentarios se reflejó en la edad y el sexo en el grupo de control, que estaba compuesto por 21 mujeres de la población general. Debido al bajo número de hombres con diagnóstico de trastornos alimentarios en los centros participantes, decidimos incluir sólo mujeres en este estudio.

Todos los participantes en el grupo con trastornos alimenticios habían sido previamente diagnosticados por su propio psiquiatra. Para confirmar los criterios de diagnóstico, los participantes apoyaron la Mini International Neuropsychiatric Interview (MINI).

 

Instrumentos de medida

CGI-S (escala de gravedad de las impresiones clínicas globales)

Es una escala que evalúa la impresión clínica global de la gravedad de la enfermedad del paciente en el momento de la evaluación. Hay ocho entradas que van de 0 (“no evaluado”) a 7 (“entre los pacientes más gravemente enfermos”).

 

MINI (Mini International Neuropsychiatric Interview)

Es una breve entrevista de diagnóstico estructurado. Explora los principales diagnósticos del DSM-IV Eje I e ICD 10 (Clasificación Internacional de Enfermedades) con fines de detección y diagnóstico. El MINI se divide en 16 módulos, identificados por letras, a los que corresponde cada una de las categorías de diagnóstico. Al principio de cada módulo (excepto el módulo sobre los trastornos psicóticos), una o más preguntas “filtro” se presentan en un recuadro gris. Estos coinciden con los principales criterios de diagnóstico del trastorno. Al final de cada módulo, una o más casillas de control diagnóstico permiten a la clínica indicar si el paciente cumple los criterios diagnósticos.

 

SCID-II (Structured Clinical Interview for Personality Disorders)

Es una entrevista que evalúa categórica o dimensionalmente los trastornos de la personalidad. El cuestionario incluye una sección de entrevistas compuesta por 119 preguntas, además de otras sobre el trastorno antisocial. Contiene preguntas abiertas, cerradas y sí / no para evaluar los trastornos de personalidad del DSM-IV Eje II, así como los trastornos de personalidad depresivos y pasivos-agresivos.

DES-II (Dissociative Experiences Scale)

Se trata de un instrumento de autoevaluación compuesto de 28 ítems que mide el nivel y el tipo de experiencia disociativa, incluyendo problemas de memoria, identidad, absorción, despersonalización y des materialización. Este instrumento utiliza una escala porcentual de 11 puntos (del 0% al 100%) en la que el paciente coloca su experiencia. Las puntuaciones superiores a 30 indican un trastorno disociativo. El cuestionario se basa en tres factores: amnesia disociativa, absorción y despersonalización/des materialización.

SDQ-20 (Somatoform Dissociation Questionnaire)

Es un cuestionario de 20 ítems rellenado por los pacientes. Evalúa la presencia de disociación somatoforme. Estos elementos incluyen síntomas de analgesia, anestesia, problemas motores, alteraciones del gusto y del olfato, dolor y pérdida de conciencia. Las respuestas a las entradas se seleccionan en una escala de tipo Likert de 5 puntos, que va de 1 (“no lo ha experimentado en absoluto”) a 5 (“lo ha experimentado mucho”). La suma de estas respuestas equivale a una puntuación total de entre 20 y 100. Los elementos incluyen síntomas disociativos positivos y negativos.

CTQ- SF (Childhood Trauma Questionnaire)

Consta de 28 ítems. La escala mide cinco tipos de traumas infantiles: abuso emocional durante la infancia, abuso físico durante la infancia, abuso sexual durante la infancia, abandono emocional durante la infancia y abandono físico durante la infancia. Las respuestas a los ítems se eligen en una escala de frecuencia de tipo Likert de 5 puntos, con puntuaciones que van de 1 (“nunca”) a 5 (“muy a menudo”). El CTQ-SF proporciona niveles de abuso tanto dimensionales como categóricos. Para obtener el nivel de categoría, se utilizan puntos de división para cada una de las escalas del cuestionario. Para calcular el nivel dimensional, se suman todas las puntuaciones. CTQ-SF es válido y fiable.

 

Principales resultados

  • No hay diferencias estadísticamente significativas entre los diferentes subtipos de trastornos alimentarios en cuanto a la gravedad del trauma.
  • No hubo diferencias estadísticamente significativas entre los diferentes subtipos de trastornos alimentarios en cuanto a los síntomas de disociación psicoforme ni en cuanto a los síntomas de disociación somatoforme.
  • Los eventos traumáticos en la infancia fueron más frecuentes/graves en el grupo de participantes con trastornos alimentarios que en el grupo de control.
  • Los dos grupos obtuvieron puntuaciones bastante diferentes por abuso emocional, abuso físico, abandono emocional y abandono físico, para los cuales los miembros del grupo de participantes con trastornos alimentarios obtuvieron puntuaciones significativamente más altas. Sin embargo, los resultados no mostraron diferencias estadísticamente significativas entre los grupos con respecto al abuso sexual.
  • Hay niveles más altos de disociación psicoforme en el grupo de participantes con trastornos alimentarios, especialmente por el factor de despersonalización/desregularización.
  • Para el resto de los factores de disociación psico-formes, así como para las puntuaciones totales DES-II y SDQ-20, se han encontrado diferencias significativas entre los grupos, lo que nos ha permitido concluir que las hipótesis relativas a estos aspectos están confirmadas.

Los resultados de este estudio fueron similares a los del estudio de Vanderlinden et al. (1996), en el que los participantes con trastornos alimentarios mostraron niveles de disociación mayores que los del grupo control. Por cierto, los resultados de nuestra investigación sobre los traumas infantiles y la disociación de naturaleza tanto psicoforme como somatoforme de diferentes subtipos de trastornos alimentarios no fueron estadísticamente significativos, al igual que en el caso de algunas investigaciones anteriores en este campo de estudio. A pesar de estos resultados similares, otras piezas de investigación han encontrado diferencias estadísticamente significativas entre diferentes subtipos de trastornos de la nutrición y de la alimentación en términos de prevalencia/gravedad de acontecimientos traumáticos y síntomas disociativos.

 

Consideraciones sobre los resultados: correlación trauma infantil-disociación-trastornos alimentarios

Un resumen de las puntuaciones medias de todas las variables nos permitió observar que las puntuaciones medias tendían a ser más altas en los casos BN. Un resultado similar al de un reciente estudio de Palmisano et al. (2018), donde había niveles de disociación más altos en los enfermos de la bulimia nerviosa (BN), el trastorno de la alimentación incontrolada (BED) y la anorexia nerviosa (AN) (tipo de purga). Carretero et al. (2012) descubrieron que la exposición al trauma había sido un evento en curso durante la infancia y la mayoría de los subtipos de purga de AN, lo que podría explicarse por una necesidad más aguda de inducir la disociación a través de comportamientos impulsivos en pacientes cuya condición parece ser más grave. Es evidente que los repetidos abusos/traumas tendrán un mayor impacto psicológico que los incidentes aislados de abuso/trauma.

Algunos autores concluyeron que los síntomas relacionados con el trastorno de estrés postraumático, como los síntomas disociativos, son frecuentes en los trastornos alimenticios, pero que no hay ninguna correlación entre el tipo o la gravedad del trastorno alimentario y esos síntomas. No obstante, Vanderlinden y Vandereycken (1999) llegaron a la conclusión de que, en lo que respecta a la relación con el trauma, hasta el 50 % de las mujeres con un trastorno alimentario habían sufrido abusos sexuales en su infancia. Esta historia de abuso sexual ha sido especialmente extendida entre las mujeres con BN. De hecho, el abuso sexual en la infancia y/o la adolescencia es un factor de riesgo para el desarrollo de trastornos alimentarios.

 

Limitaciones del estudio

Cabe señalar, sin embargo, como limitación, que los acontecimientos traumáticos no siempre son revelados por el paciente con un trastorno alimentario. Por lo tanto, estas experiencias pueden disociarse y pueden dar lugar a falsos negativos (en los casos en que los pacientes no revelan un suceso traumático que realmente ocurrió) o falsos positivos (en los que los pacientes informan de acontecimientos traumáticos que nunca ocurrieron).

También hay que tener en cuenta la gravedad del abuso o abusos denunciados por el paciente, así como el período de tiempo durante el cual se ha producido el abuso, aunque este estudio no nos ha dado ninguna información al respecto. Además, este estudio se ha visto afectado hasta cierto punto por el tamaño limitado de ambos grupos de participantes. Muchos de los resultados encontrados en este estudio podrían cambiar si el número de participantes aumentase, incluyendo a más participantes que sufren de todo tipo de trastornos alimentarios específicos, ya que ello permitiría a los investigadores establecer comparaciones pertinentes.

 

Conclusiones

En conclusión, los traumas infantiles, así como los síntomas disociativos psicoformes y somatoformes son todos factores relevantes en el desarrollo de un trastorno alimentario. Estos factores deben tenerse en cuenta y el tipo de correlación entre las diferentes variables debe estudiarse con más detalle en la investigación futura sobre este tema.

Los tratamientos actuales para los trastornos alimentarios son muy insuficientes en muchos casos. A este respecto, los traumas infantiles (incluidos el abuso sexual, físico y emocional, así como el abandono físico y emocional) y la disociación podrían desempeñar un papel importante en la mejora de las tasas de éxito de los tratamientos y, como tales, no deben ser ignorados.

Ya en 1994, Rosen y Petty expusieron la posible relación entre los trastornos alimentarios y la disociación y pidieron la inclusión de un elemento educativo en el tratamiento, según el cual los profesionales enseñarían a los pacientes a reconocer su capacidad de disociarse. Además, se ha demostrado que los altos niveles de disociación en trastornos alimentarios obstaculizan la eficacia de terapias como la terapia cognitiva del comportamiento.

Los resultados de este estudio, así como los de estudios anteriores, nos permiten comprender mejor por qué a los pacientes que han sufrido abusos/traumas infantiles y que muestran síntomas de disociación les resulta extremadamente difícil poner fin a los síntomas de su trastorno alimentario.

En conclusión, debemos tener en cuenta que los síntomas del trastorno alimentario pueden ser utilizados por los pacientes como medio para combatir las consecuencias emocionales del trauma. En efecto, para muchos pacientes no son más que mecanismos de coping destinados a permitir la supervivencia.

 

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Artículo libremente traducido y adaptado. Fuente: Rabito-Alcón, M. F., Baile, J. I. & Vanderlinden, J. (2020). Child Trauma Experiences and Disociativo Symptoms in Women with Eating Disorders: Case-Control Study. Children, 7 (12), 274. https://doi.org/10.3390/children7120274

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