Trauma infantil y trastornos alimentarios

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La relación entre los traumas infantiles y los trastornos alimentarios

Millones de personas en Estados Unidos padecen trastornos alimentarios como la anorexia nerviosa, el trastorno por atr... Leggi la Bio
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La relación entre los traumas infantiles y los trastornos alimentarios

Millones de personas en Estados Unidos padecen trastornos alimentarios como la anorexia nerviosa, el trastorno por atracón y la bulimia nerviosa. El trauma en estos casos juega a menudo un papel central.

Aunque afecta tanto a hombres como a mujeres, las mujeres son más propensas a sufrir anorexia nerviosa (75%) y trastornos por atracón (60%).

Los factores fundamentales

Varios factores pueden contribuir a la aparición de un trastorno alimentario, como la genética y los antecedentes familiares.

Sin embargo, uno de los factores más comunes que vinculan los trastornos alimentarios es un historial de traumas en la infancia.

El papel de los traumas infantiles en los trastornos alimentarios

La relación entre el abuso sexual y los trastornos alimentarios está bien documentada y es fácilmente aceptada por los profesionales.

El abuso emocional, por ejemplo, puede provocar una baja autoestima, autocrítica y problemas con la imagen corporal. Los trastornos alimentarios se convierten en un mecanismo para mantener el control cuando la persona se siente impotente y sirven para evitar el trauma emocional de frente.

Las consecuencias

Los traumas pueden ser tan graves que alteran el funcionamiento del sistema nervioso, hasta el punto de que es difícil o imposible regular las emociones.

Los comportamientos negativos, como los atracones o la anorexia, se convierten en mecanismos de afrontamiento que impiden a las víctimas del trauma procesar las emociones difíciles.

Muy similar al Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT), la desregulación de los sistemas psicobiológicos del cuerpo es el resultado de la exposición a un trauma infantil.

Abuso emocional y trastornos alimentarios

El maltrato emocional adopta la forma de críticas, insultos o ataques constantes contra el niño. Con el tiempo, estos niños interiorizan las críticas, e incluso pueden creer que son ciertas.

Este abuso emocional y su interiorización hace que los niños sean susceptibles de sufrir trastornos alimentarios y otros comportamientos disfuncionales. Los niños que sufren abusos emocionales tienen la misma probabilidad de desarrollar trastornos alimentarios que los que sufren abusos físicos o sexuales.

Abuso sexual y trastornos alimentarios

La relación entre el abuso sexual y la psicopatología de los trastornos alimentarios ha sido ampliamente estudiada, pero sigue siendo objeto de debate.

Una reciente revisión de la literatura descubrió que aproximadamente el 30% de los individuos con trastornos alimentarios encuestados habían experimentado un trauma sexual en la infancia o abuso sexual.

Las asociaciones

Existen asociaciones complejas entre el tipo de trauma, los problemas de autorregulación y otros factores de riesgo que pueden dificultar la determinación del efecto exacto del abuso sexual en el riesgo posterior de padecer un trastorno alimentario.

Sin embargo, las investigaciones indican que las personas que han sufrido abusos sexuales tienen una probabilidad ligeramente mayor de desarrollar bulimia nerviosa que anorexia, BED u otras formas de trastornos alimentarios.

Tomar el control

Algunos expertos sostienen que los abusos sexuales pueden hacer que una persona desarrolle un trastorno alimentario porque cree que tiene que tener un aspecto determinado para ser considerada atractiva.

De este modo, una persona puede aparentemente tomar el control de su vida, pero también encontrar una salida para el dolor emocional y la agitación del trauma sexual.

La bulimia

En el caso de la bulimia, existe un simbolismo inherente a la etiología del trastorno.

Por ejemplo, el comportamiento bulímico ayuda a la persona a “purgar” los sentimientos negativos asociados al trauma, mientras que la comida ayuda a llenar un vacío emocional.

Comer bajo estrés como comportamiento disfuncional

Aunque no es como los trastornos alimenticios tradicionales, hay estudios interesantes sobre la alimentación nerviosa y cómo puede desarrollarse en la infancia como resultado de un trauma.

Por ejemplo, un estudio del University College de Londres sobre gemelos idénticos descubrió que los patrones alimentarios desordenados pueden empezar a los dos años de edad no por la genética, sino por factores ambientales. Incluso en los casos en que los padres eran obesos, la alimentación emocional estaba impulsada por el entorno, no por los genes.

La alimentación como adicción

La psicología moderna considera que tanto la alimentación emocional como los atracones son conductas adictivas.

Al igual que las drogas ilícitas, una persona que come emocionalmente o se da un atracón obtiene una sensación de “high” de la experiencia al aumentar los niveles de dopamina. Al igual que ocurre con las drogas ilícitas, una persona que se da un atracón siempre querrá más o sentirá que nunca es suficiente.

Adicción al proceso

Esto se llama adicción al proceso: se caracteriza por un comportamiento compulsivo que acaba convirtiéndose en una amenaza para la salud, ya que conduce a la obesidad y a todos los riesgos para la salud asociados a ella.

¿Existe una relación entre los traumas infantiles y los trastornos alimentarios?

Los investigadores han encontrado una interesante relación entre el trastorno de estrés postraumático (TEPT) y los trastornos alimentarios.

Por ejemplo, las mujeres con trastornos alimentarios también muestran signos de TEPT o trastornos de ansiedad como condiciones preexistentes o comórbidas. A menudo, la presencia de un trauma genera ansiedad o TEPT, y el trastorno alimentario surge como mecanismo de afrontamiento de esos síntomas.

El mediator

De hecho, algunas investigaciones sugieren que el trastorno de estrés postraumático puede ser un mediador entre la experiencia del trauma y el desarrollo de un trastorno alimentario.

Por ejemplo, National Women’s Study descubrió que un alto porcentaje de mujeres que experimentaban un trastorno alimentario también tenían un diagnóstico de TEPT.Muchos supervivientes de traumas infantiles presentan al menos algunos síntomas de TEPT, lo que sugiere que tienen manifestaciones por debajo del trastorno.

Cómo afectan los traumas infantiles y los trastornos alimentarios a la salud mental

Los trastornos alimentarios tienen claros efectos negativos sobre la salud. Desde el punto de vista físico, una persona con un trastorno alimentario puede tener un mayor riesgo de: obesidad, desnutrición, afecciones derivadas de la carencia de micronutrientes, osteoporosis, ciertos tipos de cáncer (por ejemplo, el cáncer de esófago sangrante).

La prospectiva mental

Además de los problemas de salud física, una persona con un trastorno alimentario suele tener un trastorno mental concurrente.

Por ejemplo, una persona con un trastorno alimentario puede tener un TEPT, depresión, ansiedad u otros trastornos disociativos. Para alejarnos aún más del trauma, no es raro que una persona con un trastorno alimentario tenga también un trastorno por consumo de sustancias o de alcohol.

¿Cómo podemos tratar los traumas infantiles y los trastornos alimentarios?

El tratamiento de los trastornos alimentarios es multifacético. Debido a la complejidad de los factores implicados y a la historia de los traumas infantiles, una persona no puede simplemente “dejar” de comer compulsivamente o de tener otras conductas alimentarias desordenadas.

La recuperación de un trastorno alimentario requiere una intervención profesional, normalmente con un equipo multidisciplinar.

Admitir el problema

El tratamiento de los trastornos alimentarios suele comenzar en la consulta del médico de familia. A menudo, el primer paso para recibir tratamiento es admitir que existe un problema.

Un médico de cabecera puede ayudar a poner a cada persona en contacto con los recursos de la comunidad, desde los especialistas en salud mental hasta los grupos de apoyo que permiten a las personas hablar de su trauma.

El tratamiento

Una vez que se ha puesto en contacto con un especialista en salud mental, puede comenzar el tratamiento del trastorno alimentario y de cualquier problema de salud mental concurrente.

Para facilitar la recuperación a largo plazo, es esencial un enfoque integrado e informado sobre el trauma.

En particular, las siguientes intervenciones pueden ser eficaces en el tratamiento de los trastornos alimentarios.

Terapia cognitivo-conductual (TCC)

Este enfoque basado en la evidencia ayuda a las personas a desafiar y superar sus percepciones cognitivas distorsionadas, mejorando así la regulación emocional y ayudando a las personas a desarrollar mecanismos de afrontamiento saludables para sus problemas.

Tratamiento residencial/hospitalario

En muchos casos, el tratamiento hospitalario es necesario para ayudar a las personas a romper inicialmente el ciclo de la vergüenza y los trastornos alimentarios.

Terapia dialéctico-conductual

Con un amplio cuerpo de evidencia para el tratamiento de la anorexia, la bulimia y el BED, la TDC también funciona para cambiar los comportamientos desadaptativos. Las intervenciones se centran en la toma de conciencia, el afrontamiento saludable de la angustia y la regulación de las emociones.

Grupos de apoyo y entornos ambulatorios

El apoyo continuo y los espacios seguros para hablar de los traumas y otros factores desencadenantes de los trastornos alimentarios proporcionan a las personas las armas que necesitan para mantener la recuperación.

Recuperación a largo plazo de traumas infantiles y trastornos alimentarios

Existe un tratamiento para los trastornos alimentarios que puede ser increíblemente eficaz. Sin embargo, hay que entender que los trastornos alimentarios no “desaparecen”.

Debido a su historia pasada, una persona que se recupera de un trastorno alimentario siempre es susceptible de recaídas. Por eso es tan importante que una persona comprenda los complejos factores y desencadenantes que contribuyen a su trastorno.

La salud general

Los trastornos alimentarios pueden tener efectos negativos en la salud física y mental. Si no se tratan, las personas que sufren trastornos alimentarios corren un mayor riesgo de padecer diversas enfermedades e incluso de morir.

Afortunadamente, existen tratamientos eficaces que consisten en psicoterapia integrada, dietas saludables y medicación.

El equipo multidisciplinar

Después de que una persona termine la intervención hospitalaria o ambulatoria intensiva, el apoyo continuo en forma de terapia de grupo es esencial para mantener una larga recuperación.

Al abordar el trauma subyacente y desarrollar mecanismos de afrontamiento saludables, una persona con un trastorno alimentario puede superar sus obstáculos y llevar una vida sana y feliz.

Artículo libremente traducido y adaptado.

Fuente: EgglestonYouthCenter.org

 

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